Con la crisis económica y social del 2001 en plena ebullición, Teresa tuvo que elegir entre quedarse en su empresa nacionalizada o buscar nuevos horizontes. El tiempo le dio la razón en el acierto de su decisión y hoy lleva adelante @suekostore

Dicen que los números y la pintura tienen más cosas en común de las que imaginamos. Ambas requieren de la creatividad, ya sea para resolver una ecuación o un problema, como para encontrar la mejor manera de plasmar una emoción en diferentes formatos. Lo cierto es que en Teresa Correa Luna estas dos disciplinas siempre estuvieron presentes. Siendo matemática de profesión, el razonamiento lógico y deductivo formó parte de su diaria durante muchos años. Después de un período frente a las aulas, decidió dedicarle más tiempo a su rol de artesana y sus manos encontraron en el cuero una nueva forma de expresión. Las puertas de un nuevo proyecto se empezaban a abrir. Una gran apuesta en tiempos difíciles.

La crisis de finales de 2001 pegaba fuerte en el país. El caos llamó a la puerta de varias familias. El escenario de empresas que cerraban y se iban del país fue el desencadenante para que Teresa tenga que optar entre dos opciones. La primera era quedarse en su compañía, que la nacionalizarían porque la multinacional donde trabajaba retiraba sus fondos del país; la segunda era emprender su propio camino. 

“En ese momento, nadie de mi entorno se imaginaba lo que podría llegar a pasar. Fue una decisión tomada para liberarme de la relación de dependencia y abrirme por mi cuenta. A veces, ese instinto lo tenemos los más sensibles, que nos animamos a dejar todo y a empezar de nuevo”, nos comparte Teresa. 

Un nuevo desafío

Tenía 36 años y no conocía nada del mundo del cuero. Recién mudada a su casa en La Lucila, juntó algunos ahorros y empezó un curso de vitrofusión para unir, fusionar y modelar vidrio con calor, una práctica muy en auge por aquel entonces. Eso la llevó a hacer unos cinturones con hebilla de vidrio, y fue ahí cuando descubrió la industria del cuero. Las piezas volvían a encajar.

Empezó en este rubro con un pequeño stock y algunos materiales en su casa, pero luego surgió la necesidad de ampliarse y alquilar un lugar donde trabajar. Una vez inserta en el sector, aprendió mucho del oficio gracias a su curiosidad y a tantos que la fueron guiando por un universo que apenas conocía. En el año 2006 tuvo la oportunidad de mostrar sus creaciones de @suekostore a la encargada de Producto de Prune, y desde entonces no dejó de abastecerlos en cinturones y pequeña marroquinería. “Esto me permitió afianzarme como fabricante, mejorar la calidad y aprender el proceso para producir en grandes cantidades”, nos cuenta. 

Con los años, construyó su propio taller en Martínez. Había llegado la hora de estar en contacto con los clientes, recibir el feedback de sus creaciones y mostrar las máquinas, los cueros y los retazos. Porque todo lo que se construye con amor merece compartirse con los demás.