Hacían los trofeos de importantes de firmas como Eidico, Costa Esmeralda, La Dolfina, pero la cuarentena reencuadró su negocio. Con la misma maquinaria y renovada energía, se lanzaron a hacer vajilla personalizada, y lo que empezó siendo un salvavidas, se convirtió en un gran negocio. 

Si la vida deja de darte limones… ¡reinventate! La historia de Estefanía García Cirucci y su familia bien podría adaptarse a esta frase. Desde hace más de 15 años que los García Cirucci, los padres de Estefanía, llevan adelante una empresa (@garciacirucci) de trofeos premium desde la que brindan servicios a grandes marcas como Eidico, Costa Esmeralda, La Dolfina, Nordelta Golf, Carilo Golf, así como las mejores federaciones de golf del país. El lugar se lo fueron ganando de a pasitos chiquitos, perfeccionando sus productos y apuntando a un público ABC1 como marca diferencial. Piezas de cerámica y cristal es lo que distingue a esta firma de tantísimas otras en el rubro.

Con sus padres súper proactivos, sus esfuerzos se habían asentado en esta industria después de haber hecho camino por tantas otras sin resultado. Con esta empresa habían logrado esos objetivos que siempre se habían trazado. Pero llegó la cuarentena y todos los grandes proyectos con los que esperaban este 2020 parecían esfumarse. “Estimábamos que íbamos a sufrir un parate, pero contábamos con que para junio todo se normalizaría”, nos cuenta. Eso no ocurrió, y en cambio la cuarentena se acentúo y ya no podían ver pasar los días de brazos cruzados, la angustia hacía mella y había que activar un plan para no tirar por la borda tantos años de sacrificio. Pero ¿cómo?

Animarse al cambio

Estefanía se puso al frente de este nuevo desafío. Y llegó la hora, junto con su marido, de sacar a relucir ese proyecto que habían tenido desde hacía tanto tiempo: lanzar una línea de vajilla. Pero una línea de vajilla con un plus. Así como con los trofeos habían logrado crear un diferencial muy fuerte que los había llevado a lo más alto, también necesitaban con este nuevo emprendimiento un distintivo que prenda en el mercado.

Y ese distintivo fue el “salpicado” y con él que cada cliente pueda elegir entre un abanico de colores cómo quiere su vajilla. Dar con el nombre correcto fue un desafío dentro de otro desafío. Fueron días estresantes, querían hacer un lanzamiento con un nombre que los representara por enteros, hasta que Estefanía descubrió una palabra que le hizo acordar a la antigua fábrica textil de sus abuelos. Petris se llamaría, y con una gran carga emocional se abrió paso en el inabarcable mundo de IG. 

Un desafío familiar

Casualidad o no, sus actividades se desarrollaban en las mismas instalaciones donde había funcionado la fábrica de sus abuelos. Por eso, hoy cada entrega va acompañada con un pedacito de las telas que ellos fabricaban, y en medio de tanta incertidumbre, lograron levantar un proyecto familiar a pesar de las adversidades. “Al ser una empresa chica, todos sabemos hacer un poco de todo. Producimos, atendemos, embalamos, manejamos las redes. Ser más eficientes en cada etapa es uno de los grandes retos”.

Como cada nuevo proyecto, su atención lo invade todo y alborota la rutina que se tenía establecida pero, ¡bienvenido sea! Los días empiezan bastante temprano para esta familia, y terminan muy tarde, dice Estefanía. Las jornadas de, a veces, más de doce horas diarias dan cuenta de que el negocio tomó carrera, y por eso trabajar de lunes a domingo ya no importa, porque de lo que se trata es de salir adelante como sea. 

Fortaleza asegurada

La angustia y la incertidumbre fueron parte de este nuevo camino, ¡cómo dejarlos atrás en medio de la crisis! El miedo a que no funcionase esta idea, junto con la inseguridad de los tiempos en que vivimos, hicieron tambalear más de una vez este sueño. Pero, desde el primer día se tomaron su trabajo muy en serio y hoy más que nunca el compromiso de la familia entera es total. El trabajo puede ser duro y pesado, pero cuando te llena el alma, todo se convierte en una aventura.

Además, el feedback del público es muy positivo y eso mantiene la motivación en lo más alto, buscando mejorar y asegurar un gran producto. “Nos pasa que mucha gente se siente identificada con nuestra historia y nos dejan mensajes de aliento. Eso nos llena de energía al saber que vamos por el buen camino”, concluye.

“De ahora en más, nuestro objetivo es seguir posicionando a Petris como marca. Queremos hacerla crecer. Sabemos que es un largo camino, pero nos gustan los desafíos. Esto que llegó inesperadamente, en definitiva vino a agrandar la familia”, termina Estefanía.