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Texto: María José Campos Arbulú

Reflexión

Después de la última cena, Jesús llama a Pedro, a Santiago y a Juan para que lo acompañen a rezar, pero el sueño y el cansancio pudieron más que su amistad. Nunca se lo vio tan triste, llora sangre y le pide a Dios evitar la prueba, pero no duda en decir: ¡Que se cumpla Tu Voluntad!

En medio de ese sufrimiento aparece Judas junto a los soldados y con su beso de traición se da inicio a la noche más oscura de todos los tiempos. Lo llevan ante Pilato, el famoso procurador de Judea, entre insultos y escupitajos. La multitud llena de odio grita desesperada: ¡Crucifíquenlo! Es tal la ceguera que provoca el pecado que el pueblo elige la libertad del asesino Barrabás antes que la vida del Cordero.

Camino al Calvario, látigos, corona de espinas, desprecio, clavos. Crucifixión. Antes de su muerte, una última salvación para el ladrón bueno que, con un acto de fe, consiguió arrancarle a Jesús su lugar en el Cielo. Frente a tanto dolor, entre lágrimas mezcladas con sangre y sudor, le pidió a Dios por nosotros, por vos y por mí: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”.

VÍA CRUCIS

Hoy es el día por excelencia para acompañar a Jesús en el Viacrucis (Camino a la Cruz) y te invitamos a rezar juntos sintiéndonos parte de cada estación. No seas tímido, vení bien cerquita que ése que pasa es el Señor…

Oración para empezar: Madre mía, Virgen dolorosa, ayúdame a revivir aquellas horas amargas que tu Hijo quiso pasar en la tierra, para que nosotros, hechos de un puñado de lodo, viviésemos al fin en la libertad y gloria de los hijos de Dios…

Ahora vamos a caminar juntos, una por una, las catorce estaciones.

Al principio de cada estación diremos:

V.- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Luego diremos el nombre de la estación y haremos una breve reflexión.

Y al final de cada estación:

  1. Señor pequé.
  2. Ten misericordia de mí.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

I Estación: Jesús es condenado a muerte

Te adoramos…

Reflexión: Te veo llorando de tristeza en el Huerto de los Olivos. Tan solo estás Jesús. Los chicos se quedaron dormidos y, después de intentar despertarlos, nuevamente te arrodillás implorando el consuelo de Dios. Nunca te había visto así, me doy cuenta que algo va a pasar y me preparo.

De pronto llega Judas rodeado de soldados. A la fuerza nos llevan a la corte de Pilato entre insultos y empujones. Allí escuchamos, muertos de miedo, el grito que exclama la multitud: ¡CRUCIFIQUENLO! Te miro mi Jesús y aun sin entender nada te prometo acompañarte de la mano a la segunda estación.

Señor pequé…

II Estación: Jesús carga con la cruz

Te adoramos…

Reflexión: Si no te conociera tanto no te reconocería. Estás todo lastimado, golpeado, sucio y maltratado. Ya no me dejan estar tan cerca pero igual camino a tu lado, no te pierdo ni un segundo, espero que sientas mi presencia. Me sorprendo Señor porque veo como abrazás esa madera, la mirás con amor y hasta vi cómo tus labios la besaron. Empiezo a entender eso que decías, que para poder seguirte hay que cargar la cruz de cada día. A partir de hoy voy a besar mi cruz.

Señor pequé…

III Estación: Jesús cae por primera vez

Te adoramos…

Reflexión: Se oyó fuerte, Señor, tu caída. Quiero ir a ayudarte pero estoy helado, no entiendo qué pasa, te veo indefenso, agotado y sin fuerzas. Tan humano, Dios mío, atravesando el sufrimiento, la injusticia, la humillación, la incomprensión, la traición… Mientras contemplo cómo volvés a levantarte me pregunto si hay acaso más dolor que tu dolor.

Señor pequé…

IV Estación: Jesús encuentra a María

Te adoramos…

Reflexión: En medio de tanto sufrimiento, una gotita de miel para vos. Tus ojos se encuentran con los de tu mamá, María, la más buena de las mujeres. La inocencia, la pureza, la belleza y la ternura, la humildad y el perdón. Fue un instante que alcanzó para recobrar tus fuerzas y, una vez más, abrazar con fuerza aquel enorme madero. Le doy un beso a Mamá y le prometo caminar a tu lado a la próxima estación.

Señor pequé…

V Estación: Simón ayuda a Jesús

Te adoramos…

Reflexión: Se niega a ayudarte Jesús. Es un hombre fuerte que camina junto a sus hijos y los soldados lo eligen para que te ayude a cargar la cruz. Te ven tan débil y es largo el camino, tienen miedo de que no llegues, por eso llaman al hombre. Una vez a tu lado, veo cómo te mira, pensó que no tenía nada que ver con lo que estaba pasando pero caminando con vos, sólo con un par de miradas, descubrió que el peso de tu cruz depende de cuánto estemos dispuestos a ayudarte. Por eso prometo, a partir de ahora, llevar al dolor con el mismo amor con que vos llevás esa Cruz.

Señor pequé…

VI Estación: Una mujer enjuga el rostro de Jesús

Te adoramos…

Reflexión: Se acercó corriendo, sin preocuparse por los soldados y la muchedumbre que te insultaba. Cruzó todas las barreras para llevarte una toalla perfumada que te refresque la cara. Y te mira, llena de dolor, repleta de amor y de misericordia. Cuánto se lo agradece tu mirada, tanto, que hasta dejás tu imagen ahí grabada.  Ojalá cada día pueda tener estos gestos de amor con vos y con cada uno de mis hermanos.

Señor pequé…

VII Estación: Jesús cae por segunda vez

Te adoramos…

Reflexión: Otra vez ese golpe fuerte. ¡Jesús no quiero que sufras más! Esta segunda caída provoca un instante de silencio, puedo ver cuánto te cuesta levantarte. Pienso en la debilidad de nuestra naturaleza y en las tantas veces que, al caernos, no tenemos fuerza para pararnos. Pero te veo decidido, ni por un instante te dejaste vencer por el desánimo, sabés muy bien que tu vida vale más que los límites de tu cuerpo. Yo tampoco quiero quedarme tumbado, y prometo ser de los que ayudan a los demás a ponerse de pie.

Señor pequé…

VIII Estación: Jesús consuela a las mujeres

Te adoramos…

Reflexión: Mientras nos acercamos al lugar de la Crucifixión veo cómo un grupo de mujeres se aproxima a Jesús. Están desconsoladas y lloran, se agarran la cabeza y gritan sin parar. Con el poco aliento que aun te queda Jesús, no las ignorás. Al contrario, las mirás y consolás. Nos pedís que no lloremos por vos sino que orientemos esos sentimientos hacia nuestra conversión y la de nuestros hijos.

Señor pequé…

IX Estación: Jesús cae por tercera vez

Te adoramos…

Reflexión: Ese sonido horrible por tercera vez. Te veo caer de cara al camino hecho de tierra y piedras, con la cruz aplastándote. Te busco mientras se pierde de vista tu figura entre tanto polvo levantado. Jesús, no bajás los brazos pese al cansancio y el dolor físico. Con tu majestuosa voluntad y siguiendo la palabra de Dios lográs levantarte por tercera vez y abrazar la cruz donde serás inmolado. Empiezo a entender que te entregás confiado en las manos de Tu Padre.

Señor pequé…

X Estación: Despojan a Jesús de sus vestiduras

Te adoramos…

Reflexión: Como si no hubieras tenido suficiente, ahora veo cómo te arrancan tu ropa en un acto de humillación extrema. Al mirarte así, desnudo y bañado en sangre comprendo mejor a lo que llegaste para la salvación de estos hijos tuyos.

Señor pequé…

XI Estación: Jesús es clavado en la cruz

Te adoramos…

Reflexión: No pude ver Jesús. Se me revolvió la panza de ver lo que estaban haciendo con tus manos y tus pies. Abro los ojos y te veo crucificado como si fueses un criminal. No entiendo por qué tanto odio. ¿No alcanzaba con una corona de espinas, latigazos en todo tu cuerpo que también quieren clavarte en la cruz? La humillación podía alcanzar un nuevo límite. Te veo tan solo. Te pido perdón por todas las veces que con mis pecados te humillo y te hago sentir que lo que hiciste no valió la pena.

Señor pequé…

XII Estación: Muerte de Jesús en la cruz

Te adoramos…

Reflexión: Hace tres horas que estás clavado en esa Cruz. Escuché tu conversación con el ladrón bueno, ese chico que también clavado te defendió y te pidió que te acuerdes de él en el Cielo. Lo vi sonreír con tu promesa justo antes de morir. Y ahora se acercan Juan y María. A ella le decís que ahí está su hijo mientras lo mirás a Juan, y a Juan le decís que ahí está su madre mirando a María. En mi corazón sentí que eso también era para mí. Finalmente expresás tu sed, y antes de morir pronunciás: “Todo está cumplido” y exhalando entregás tu vida. ¿Y ahora qué hago? Abrazo a María y le entrego mi incomprensión.

Señor pequé…

XIII Estación: Desclavan a Jesús de la cruz

Te adoramos…

Reflexión: Desclavan tu cuerpo helado y se lo entregan a María. Ella te abraza y acaricia tu rostro mientras yo beso tus manos. Las lágrimas corren y en Ella puedo ver el dolor de una madre que acaba de ser atravesada por una espada de dolor. En medio del silencio somos pocos los que quedamos, todos juntos rezamos y la miramos a tu mamá, atentos a servirla y cuidarla como Vos siempre lo hiciste.

Señor pequé…

XIV Estación: Dan sepultura al cuerpo de Jesús

Te adoramos…

Reflexión: Envolvieron tu cuerpo en una sábana y lo introdujeron en un sepulcro tallado en una roca, luego lo cubrieron con una enorme piedra. Dos mujeres nos acompañaban, tu mamá y María Magdalena. Ya es muy tarde, acompañaré a María hasta su casa y le pediré si por favor puedo quedarme un tiempo con ella. No entiendo nada pero nunca estuve más convencido de que sos Vos, el Mesías, Nuestro Señor.

Señor pequé…

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