Si crees firmemente en un propósito, hay pocas cosas que pueden tambalear tu plan. Lu Marot conoció Eidico en los inicios, cuando el boca en boca era el granito de confianza necesario para lanzarse a la aventura de proyectar el hogar propio.

Cuando Santa Bárbara era tan solo un baldío con una gran promesa de hogar, Lu y su novio se animaron a confiar. Todavía se acuerda y se sorprende de estos primeros pasos. Empezaron a destinar $470 para pagar la cuota del terreno en este emprendimiento, tercer proyecto de Eidico, que hoy cuenta con 1387 lotes en una superficie de 230 hectáreas. La brújula les decía que estaban por buen camino.

Y su historia comenzó acá, adentro de este inmenso barrio que cuenta con lagunas interconectadas, puentes y enorme cantidad de espacios verdes. En una casa que se fue agrandando a medida que su familia también lo hacía, se gestó su taller de arte, ese espacio codiciado donde Lu refleja su verdadera pasión.

En aquel entonces, la zona estaba muy poco desarrollada y producto o servicio que había dando vueltas se ofrecía directamente en las casas. El taller para niños de Lu fue un boom para la pequeña comunidad que iba tomando forma pero que todavía estaba tímidamente dando sus primeros pasos. Muchos padres jóvenes con chiquitos descansaban sabiendo que sus hijos estaban en buenas manos. Además, una vez que el barrio se consolidó y hubo una buena densidad, Lu empezó con clases para adultos que es a lo que se dedica hoy en día.

El taller de Lu se fue convirtiendo con los años y el empuje en un clásico del barrio. Con una muestra para fin de año que hace en el Club House, logró hacerse conocida dentro de esta comunidad y esto a ella le encanta, la hace sentirse realmente parte del lugar donde vive.

Ahora, además de trabajar en su casa, ofrece workshops en Alalma, un espacio en Nordelta que brinda cursos y talleres. Realmente disfruta el contacto con la gente que mira su obra y con sus alumnas que eligen su espacio para pasar su tiempo libre, algo que la emociona y la llena de orgullo. Disfruta mucho cómo cada uno va volcando en el arte lo que lleva muy adentro y esta terapia ayuda a tanta gente.

Además, le encanta plasmar y transmitir en sus propios cuadros sensaciones y sentimientos. “Me da mucha paz”, escucha decir muchas veces cuando la gente mira sus obras, y esto es un regalo impagable para una artista que busca desafiarse, crecer y lograr ese equilibrio entre lo familiar y lo profesional.