Qué gran palabra es el “no”. Esa que nos habilita a conocernos y a hacernos respetar. Da más trabajo sostener un “no”, que decir que sí. Esta vez @maritchuseitun dice que frente al “no” los chicos se enojan, se frustran, discuten. Puede ser que nos de miedo hacerlos sufrir o que nos dejen de querer.

Pero los muchos “no” de la vida diaria fortalecen, organizan y encausan la energía cuando son enunciados con respeto, amor y cuidado por los hijos. El deseo, la falta, el “no”, nos hacen más ingeniosos, nos ponen en posición de búsqueda, en lugar de quedar presos de nuestra propia tiranía. Descubrimos que no somos los dueños de todos los derechos, que las cosas no siempre son como nos gustaría.

 Nuestros “no” arrancan muy temprano en la vida, y no se terminan en la infancia. Si nos cuestan con los hijos, nos cuestan con los mayores: cónyuges, amigos o un jefe, y eso nos trae muchos problemas. El “no” es organizador en la vida de un niño, y de un adulto. El desafío es poder conocerlo, decirlo, sostenerlo para poder prepararnos para el sí. ¿Quieren escucharla? Imperdible.