Con sus profesiones al servicio, descubrieron cómo alcanzar un sueño. A través de TUKI, juguetes de madera, impulsan horas de juego sano y creativo.

Bloques, carritos, trenes, autos. Todos de madera y con diseños originales. Los juguetes tradicionales de toda la vida, aquellos con los que jugaron nuestros padres y hasta nuestros abuelos, siguen estando más vigentes que nunca. Son muchos los papás que, frente al uso excesivo de tablets, smartphones y cualquier otro dispositivo electrónico, prefieren que las horas de juego de sus hijos sean con juguetes que estimulen su creatividad e imaginación. Esta es la historia detrás de Tuki, un emprendimiento de juguetes que busca acompañar lo mejor de la infancia.

Martín (@martindates) y Sofi (@sofialaffaye) son un matrimonio que viene trabajando independientemente hace ya un buen tiempo. Él artista plástico, ella psicóloga, quisieron ofrecer juguetes diferentes a sus hijos, alejándose de las pilas y el plástico. Hace dos años, cuando nació su primer hijo, buscaron generar espacios respetuosos que acompañen las etapas evolutivas de su crecimiento y surgió la idea de hacer juguetes de madera. En Lobos, en la misma carpintería que usó su padre hace 40 años, Martín retomó el oficio infundiéndole su impronta y su identidad adaptándose a los tiempos en que vivimos. Así nació @tukijuguetesdemadera.

Amigos y vecinos empezaron a encargar esos primeros juguetes que inauguraron el emprendimiento. “Nos dimos cuenta que cuidar la infancia de nuestros hijos con juguetes creativos era un anhelo compartido por muchísimos padres y eso nos impulsó a compartir Tuki con más chicos”, cuenta Sofi.

Mientras la casa se llenaba de trenes, bloques, autos, casitas y muñecos de madera, Sofi y Martín se llenaban de alegría por ver que el proyecto tomaba forma y era muy bien recibido por el público. Los pedidos se multiplicaban. Fueron sumando diseños, jugando con distintas paletas de colores y hasta lograron registrar la marca. Hoy, gracias a su visibilidad vía Instagram, comenzaron a vender a todo el país. Un sueño más que se abría camino.

Una demanda que crecía en serio

Con el propio taller montado, compran y eligen cuidadosamente la madera que es una materia prima cálida y natural. Cortar, lijar, armar y pintar al agua. Martín confecciona cada juguete de punta a punta. Mientras tanto, Sofi le comenta las necesidades lúdicas de las diferentes etapas de la infancia, y con su experiencia como psicóloga hace su aporte en las redes. “Nuestros juguetes dejan espacio para la imaginación creadora y nos encanta que los adultos acompañen este tiempo tan importante”. 

Además, las bolsas de tela y las etiquetas en papel madera son hechas por ellos mismos y así terminan de cerrar el círculo sustentable de su proyecto. 

Además de la nobleza y la durabilidad de la madera, los TUkI pueden convertirse en muchas cosas. Y con esta apertura de posibilidades de creación se favorece el despliegue de la creatividad. Los bloques de madera, por ejemplo, hacen volar la imaginación para llegar a transformarse en pistas de autos, ciudades, perros, aviones, puentes, ¡y mucho más! “Apuntamos a cuidar el momento del juego y promovemos hacerlo en familia”, comentan.

Momentos sagrados

El feedback con la audiencia es vital para renovar los diseños y adaptarse a las diversas edades e intereses. El cambio en esta carpintería es permanente porque el miedo no está en equivocarse, sino en estancarse y dejar de crecer. La flexibilidad y la escucha de la audiencia parecen ser la clave para crear objetos lúdicos que siempre sorprendan.

Pero si hay algo que tiene en claro esta pareja de emprendedores es que los encuentros en torno al juego entre padres e hijos son instantes sagrados. Compartir lo simple, lo espontáneo, lo divertido es una forma de dar y recibir amor, y de unir a la familia de una nueva forma. “Estamos agradecidos a cada uno de los que fue estimulando nuestro camino, y fundamentalmente a Dios, porque desde este espacio, nos encontramos cada vez más como matrimonio y familia”.