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Los métodos industrializados en la construcción son moneda corriente a escala mundial; pero en la Argentina aún están en fase preliminar. Son más económicos, ahorran tiempo y brindan mejor aislamiento térmico y acústico. El diseño no es un problema: los nuevos sistemas modulares están a la vanguardia.

Texto: Mónica Fernández |Ilustración: Lu Paul

En un mundo que avanza sin pausa y con bastante prisa hacia la aplicación de nuevas tecnologías, procesos más estandarizados y prácticas amigables con el medio ambiente, la industria de la construcción no es la excepción. A escala mundial, el sector ya entró en una etapa de alta modernización en la que se entremezclan y sacan provecho entre sí la robótica, la Internet de las Cosas, las estructuras modulares y los sistemas prefabricados o preformados. Nuevos conceptos que aún no pisan fuerte en la Argentina, pero que sin duda se impondrán a mediano plazo.

Localmente, construcción es todavía sinónimo de ladrillos, arena y cemento, lo que habitualmente se conoce como sistema húmedo; sinónimo de largos meses de obra (no menos de entre dieciocho y veinticuatro) para ver una casa en pie; y sinónimo de complejas y costosas tareas de mantenimiento posterior. Pero, ¿cuál es la tendencia que viene? Construcción en seco con placas, entramados y paneles; materiales que van desde telgopor tratado, a PVC, o bloques preformados de hormigón. Por otro lado, las ventajas son varias: se construye más rápido, son sustentables, y son excelentes aislantes térmicos (con el consecuente ahorro de energía para calefacción y refrigeración) y acústicos. Además, tienen un excelente comportamiento antisísmico.

Según datos publicados por un trabajo de Dow Argentina -una de las empresas que produce aislantes para los paneles de construcción en seco- utilizando este tipo de método durante la fase constructiva, se consume hasta un 70% menos de energía, casi no se usa agua y hay muy pocos desperdicios. En cambio, resalta el informe, la construcción tradicional de ladrillo es responsable del 40% de los residuos generados por una ciudad.

Abrir la cabeza

Todavía en fase preliminar, la Argentina deberá encaminarse más tarde o más temprano hacia la modernización en la industria de la construcción. Si bien hay iniciativas y empresas que trabajan en la automatización de procesos y en la aplicación de tecnología o robótica, por ahora son todos cabos aislados y no hay proyectos integrales.

La clave para despertar el interés de quienes van a construir pasa, evidentemente, por poder conseguir mejor precio con idénticas o mejores prestaciones que las de una vivienda hecha poniendo ladrillo sobre ladrillo. Es totalmente posible y hacia ahí es el camino.

Mariano Sardans, especialista en análisis y gestión de inversiones, quien sigue el tema de la construcción muy de cerca, plantea, en primer término, que construir en la Argentina bajo el método tradicional es muy caro porque el sistema tradicional o artesanal lo es. “Acá, el metro cuadrado no baja de los U$D 1300 o U$D 1400, mientras que en los Estados Unidos vale U$D 700, en Chile, U$D 750 y en Europa ronda los U$D 800”. Pero, ¿cuáles son las razones que justifican esta brecha? En todos esos mercados predomina la construcción estandarizada e industrializada, la economía de escala y la competencia entre varios proveedores.

Otro dato a sumar es que la diferencia de costos cuando se evalúa uno y otro método de construcción no está dada sólo por el valor del metro cuadrado actual, sino también por el tiempo de ejecución y por el posterior mantenimiento. Si la obra dura ocho meses en vez de dieciocho, hay un importante ahorro de tiempo que se traduce en dinero. A la hora de tener que hacer reparaciones, como los sistemas son modulares y por placas, no es necesario romper y volver a construir para arreglar un caño, sino que está preparado desde el inicio para hacer aberturas estratégicas que permitan abrir, reparar y volver a cerrar.

Mateo Salinas, gerente general de Eidico, plantea la necesidad de “innovar en materia de construcción”, y asegura que la única manera de hacerlo “viene de la mano de la industrialización, primero de procesos y luego de diseño, para finalmente lograr modificar hábitos”.

Por otro lado, valores más accesibles y sistemas estandarizados son la puerta de entrada para empezar a encontrarle solución al importante déficit habitacional que hay en el país. En ese sentido va el proyecto de casas industrializadas que tiene en carpeta la administración del presidente Mauricio Macri. Serían construidas con paneles de hormigón que se encastran y a gran escala. Si se diera este puntapié inicial, la infraestructura montada -es decir, las empresas que inviertan, que monten una fábrica y se preparen para competir en ese segmento- seguramente podrá luego abrir el juego a la construcción de unidades para demanda de inversores particulares.

Claro que avanzar en ese camino no es sencillo. Salinas explica que “la industrialización tiene dos grandes contras en la Argentina actual. En primer término, hacen falta importantes inversiones para poner plantas en las que se puedan fabricar a escala las distintas partes que harán a la construcción de la vivienda, y para ello se necesita estabilidad económica, baja inflación y condiciones impositivas que no ahoguen el negocio”, detalla. En segundo lugar, puntea el ejecutivo, hay que reparar en el tema de la economía informal que se da en la construcción individual y atenta contra el costo regularizado de lo industrial. “El efecto de ahorro logrado por la industrialización no llega a competir con la economía informal de la construcción del pariente o constructor amigo”, advierte.

Desde Eidico trabajamos para lograr eficiencia sin romper la cadena de valor actual, tal como fue siempre nuestro modelo, integrando a todos los actores en un proyecto sustentable y eficiente de construcción, que permita revolucionar el mercado de vivienda logrando llegar a mucha gente”, anticipa Salinas con optimismo. “Sin duda vemos que el futuro del sector está en este eje. Y estamos convencidos de que tenemos las condiciones para integrar la mejor solución, logrando potenciar a toda la cadena de valor actual”. 

LAS VENTAJAS DE LA CONSTRUCCIÓN INDUSTRIALIZADA

El valor promedio por m2 es entre 40% y 50% más económico tomando valores internacionales (no se ve plasmado aún en la Argentina).

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Por su aislamiento térmico y acústico genera importantes ahorros en energía. 

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Es más fácil hacer refacciones de cañería, por ejemplo, porque son placas las que hay que cortar y no ladrillos que picar.

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Es un método sustentable desde el punto de vista ambiental.

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“Industrializado” ya no es sinónimo de “sin diseño”. En los últimos años, se avanzó mucho en modelos que se pueden personalizar.

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La construcción industrializada requiere de mano de obra especializada ad hoc.

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