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Resignificar la propia ciudad. Mirarla con otros ojos, aunque la hayamos visto mil veces. Conocer su pasado y descubrir su presente. En este invierno, y durante todo el año, Buenos Aires tiene una programación que abarca hasta lo que no imaginamos, simplemente porque nos falta mucho por conocer.

Texto: Pilar Santillán – Fotos: Gentileza Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires

Sería soberbio comenzar haciendo un test de cuánto uno sabe de su ciudad, simplemente porque hace un par de años quien les escribe ni siquiera había pisado Caminito, en La Boca. Eso se lo dejaba a los turistas, que tenían el tiempo suficiente y las ganas de “cruzarse” la ciudad entera para visitar los típicos lugares que figuraban en las guías de viaje. En pocas palabras, formaba parte del grupo (apuesto a que es numeroso, no creo estar sola en esto) de los que se convertían en “turista feliz” en verano y, ¡claro!, fuera de la jungla de cemento… Pero – siempre hay un pero – de 2012 a 2014 me tocó vivir lejos, muy lejos, de “mi Buenos Aires querido” y entonces, de repente, me encontré con aquellos porteños expatriados, todos añorantes del dulce de leche y del Fernet, de las medialunas de grasa y del 60 que te deja en todos lados, de la avenida más ancha del mundo y de los jacarandás en flor. Súbitamente, eso que había sido normal, de todos los días, se convertía en el tesoro más preciado que alguna vez habría de recuperar.

Al mismo tiempo, sola en mi nueva ciudad, había reemplazado los domingos de asado familiar por paseos -cámara en mano- para matar las horas y retratar escenas urbanas de una Barcelona que está “del tomate”. Rápidamente le agarré el gustito a esas salidas que no sabía qué me depararían. Un bar oculto. Una charla con un desconocido. Un monumento que guarda una historia emocionante. Un edificio al cual nunca habría entrado. Un sándwich de jamón crudo a deshora.

Pero un día tocó regresar. Y ella, la París de Sudamérica, también tenía demasiado que mostrar. Esa misma ciudad que alguna vez había habitado sin vivir, que había sido disfrutada por otros, era la que quería conocer bien. Rehuyendo de las guías tradicionales de viaje, me sumergí en la aventura de descubrirla por cuenta propia. Infinita, seductora, inabarcable, multifacética, Buenos Aires demuestra una y otra vez su unicidad, con su glamour europeo en versión Latam. Intensa, loca, arrebatada, divertida y amplia, Buenos Aires demuestra una y otra vez que es atractiva para disfrutarla en familia, con novio o marido, con grupo de amigos o en soledad.

De este estudio no científico surgen varias ideas low cost para hacer en la ciudad, con el convencimiento de que ser turista no es para un momento del año, sino una actitud para derrochar todos los días. Sea donde sea.

Instagrameros porteños
Viven en la ciudad y la aman. Viven en la ciudad y le sacan fotos. Viven en la ciudad y la comparten. Son jóvenes que retratan a Buenos Aires en sus escenas más cotidianas y suben las fotos a Instagrampara que muchos otros la aprecien: extranjeros que quieren conocerlao porteños que la redescubren. Con miles de seguidores, sus cuentas @buenosaires.ar y @turistaenbuenosaires invitan a vivir la ciudad desde la pantalla y con ojos de turista.

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Visitas guiadas gratuitas
Por costumbre, cuando llego a una nueva ciudad pregunto si hay free tour disponible. Esta modalidad es mi preferida por cómoda y accesible. En un par de horas, y por una suma de dinero “a voluntad”, se obtiene un pantallazo general del lugar. Además permite planificar, con conocimiento de causa, el recorrido puntual en el que profundizaremos luego. En la mayoría de las grandes ciudades este sistema ya está instalado, pero “oh sorpresa”, en Buenos Aires la apuesta se duplica porque hay visitas guiadas todos los días completamente gratis, sin necesidad siquiera de un bono contribución y con temáticas tan variadas como barrios hay en la ciudad. Así es que podremos ahondar en la historia porteña en una visita por la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, sentir el espíritu bohemio en un recorrido por San Telmo y la Plaza Dorrego, conocer el salón presidencial del Palacio de Justicia, recorrer la Usina del Arte en el año de su centenario, caminar por las calles con nombre de mujer en Puerto Madero, entrar en el primer edificio sustentable de la ciudad en Parque Patricios o admirar la arquitectura de una Avenida de Mayo nocturna y encendida.

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Con espíritu, sobra
La aclaración es fundamental para no espantar: más que estado físico, se requiere actitud deportiva y ganas de una aventura urbana. Abrigándose para que el frío no se convierta en enemigo, otra opción gratuita y saludable es hacer el trekking versión cemento, con el plus de un guía turístico que le da el toque cultural a la salida. Que lo de trekking no asuste(nada de montañas y subidas o bajadas), ya que el nivel de complejidad de la visita está más ligado a las ganas de caminar largas horas que a estar entrenado. Existen dos circuitos -el sur y el norte- y una tercera opción que integra ambos recorridos y dura aproximadamente nueve horas. El primero parte de Florida 50, en microcentro, todos los lunes y viernes a las 10 hs. y propone una caminata de cuatro horas por Monserrat, San Telmo y La Boca. Por el horario, y al ser durante la semana, puede resultar más difícil hacerse el tiempo, pero vale la pena conocer estos barrios de esta manera interesante y segura. El circuito norte hace foco en zonas más típicas -Puerto Madero, Retiro, Recoleta y Palermo- y se realiza todos los martes y sábados a las 10 hs., pero con el desafío de una caminata de seis horas, que incluye un recreo de almuerzo.

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En dos ruedas
Cada vez que me sumerjo en el pedaleo frenético de la vuelta a casa, siento un placer malicioso cuando atravieso las filas de autos malhumorados de tanto punto muerto. Me regocijo en el disfrute de una ciudad que en realidad explota, pero que se vive de un modo diferente a bordo de una bicicleta. Ni qué decir si este ánimo ciclista tiene objetivos turísticos. Desde junio, existe la posibilidad de realizar visitas guiadas en dos ruedas por Palermo Soho, Costanera, Puerto Madero, La Boca o San Telmo, a cargo de guías del Ente de Turismo, con un costo de $150. Si la intención es hacerlo por nuestra cuenta, la línea de la Avenida Del Libertador, desde Retiro a Palermo, constituye la opción más encantadora, ya que atraviesa una de las zonas más lindas de Buenos Aires. La tranquilidad del fin de semana, con el espíritu de una ciudad calmada, se convierte en el mejor escenario para hacer la prueba en bicicleta. Mi propuesta para una salida “biciculta” consiste en un desayuno en Croque Madame, en el Museo de Arte Decorativo (Av. del Libertador 1902); una parada artística en el Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), sobre la Avenida Figueroa Alcorta y San Martín de Tours; y una tarde de paseo por los monumentos de los Bosques de Palermo.

Reviviendo antepasados
Pienso que una manera sumamente afectiva de vincularse con nuestra ciudad es a través del pasado y, sobre todo, si éste incluye a nuestros familiares que una vez llegaron a estos pagos expectantes de un futuro más promisorio. La influencia de los inmigrantes es evidente en Buenos Aires a través de su arquitectura, de la gastronomía, de nuestra personalidad… Sin hacer distinciones de orígenes y cantidades, todos estos nuevos habitantes dejaron su impronta. Por lo tanto, un programa familiar interesante puede ser descubrir la ciudad a través de la nacionalidad con la que nos sintamos más identificados, sea por nuestro apellido o, simplemente, por interés. La Avenida de Mayo, ícono de los españoles, se puede conocer en una visita guiada nocturna que si bien hace foco en la arquitectura -de fuerte impronta academicista clasicista francés-, también permite reconocer en sus restaurantes y hoteles el “carácter gallego” de esta famosa avenida. Para los que quieran indagar en la influencia francesa, la avenida Alvear es el paso obligado. Otro dato para los francófilos: la visita guiada de Recoleta propone un paseo por el casco histórico de ese barrio y un acercamiento a esta cultura. Para los tanos, ir a La Boca no es sólo sinónimo de fútbol. Allí se asentaron muchas familias italianas, sobre todo genovesas, que dieron origen al apodo “xeneize” y que se dedicaron al comercio y la navegación. También hay una visita guiada en ese barrio.

Alta en el cielo
Basta con hacer la prueba de levantar la mirada para darse cuenta de que existe otra Buenos Aires. La de los balcones. La de las molduras. La de las campanas de iglesias. La de las cúpulas. Pero, como no podemos andar por la vida papando moscas (Buenos Aires es linda, sí, pero ya todos sabemos que es mejor estar atentos), la invitación es mirarla desde arriba… ¡y relajarse! Desde las alturas todo parece diferente: se ve pero no se oye, y la inmensidad de la ciudad cobra una dimensión surrealista. Para disfrutar estas vistas, algunos edificios emblemáticos, como el Palacio Barolo, regalan una de las imágenes panorámicas más impactantes de la ciudad. También, existen opciones gratuitas, como el Hotel Panamericano, Galería Güemes, Automóvil Club Argentino o la Basílica Santa Rosa de Lima.
La versión chic de esta movida es la de las terrazas de hoteles (no tan altas como las propuestas anteriores), como Hotel Madero, en Puerto Madero; o de museos, como Fundación Proa, en la Boca, con una maravillosa vista al puerto.

Bajo la luz de la Luna llena
Siempre me pregunto por qué la ciudad le da la espalda al río. Algunos municipios como Vicente López o Tigre lo integran con tanto empeño que sigo sin creer que “la Reina del Plata” escatime el disfrute de esta increíble reserva de agua natural. Puerto Madero es, tal vez, el gesto más amigable hacia el Río de la Plata, pero en comparación con Montevideo, no podríamos decir que Buenos Aires sea muy generosa al respecto. Pero más allá de esta realidad, existe una alternativa que los amantes de la naturaleza van a adorar y que permite vivir una experiencia de verde, agua y Luna, con la ciudad iluminada de fondo. Una vez por mes, los viernes próximos a la Luna llena, se realizan visitas guiadas nocturnas en la Reserva Ecológica Costanera Sur. Su luz ilumina los senderos y permite a los guías conducir a los visitantes por un paisaje que resulta totalmente nuevo durante la noche. La caminata se extiende alrededor de cuatro horas, por lo cual se recomienda que los participantes lleven bebida y comidapara disfrutar durante un descanso. En invierno, el abrigo es un aliado indispensable.

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Invierno infantil
Por algo se la conoce como la “capital cultural de Latinoamérica”. Si hay algo que nadie pone en duda, es la rebosante agenda de eventos que tiene Buenos Aires. Y el invierno no es la excepción. Se trata del momento más importante para los chicos… y también es la época del año en que nos gastamos un dineral armando súper programas. En este contexto -de necesidad de entretener y de necesidad de no morir en el intento-, lo bueno, bonito y barato se convierte en el objeto más preciado.
En Buenos Aires sobran las propuestas triple B, sólo hay que saber encontrarlas. Algunos consejos: chequear qué ofrece la Agenda Cultural (www.agendacultural.buenosaires.gob.ar), consultar el calendario turístico de la Ciudad de Buenos Aires (www.buenosaires.gob.ar/turismo), asistir a los clásicos (la Exposición Rural, del 16 al 31 de julio; la Feria del Libro Infantil y Juvenil, del 11 al 30 de ese mes; o las vacaciones planetarias, en el Planetario), averiguar la programación especial de los museos y… ¡prepararse para el aluvión de gente!

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Un “cortado” en los bares notables
El frío cuesta, y más aún el de microcentro. Por eso, si me toca andar por esas callecitas oscuras, de edificios pegados,enseguida me meto en un bar para ahogar penas heladas. Aunque no falten bares en Buenos Aires, existen unos muy particulares, dignos de conocer. Son locales que, por su antigüedad, su arquitectura o las actividades culturales que allí ocurrieron, se consideran “notables” y son oficialmente incluidos en el patrimonio cultural de la ciudad. Por ejemplo, en la intersección de la Avenida de Mayo y Perú está La London City, confitería ubicada en la planta baja del edificio en el que funcionó la famosa tienda Gath y Chávez, hasta 1974. Fue en “La London” donde el escritor Julio Cortázar escribió su novela Los Premios en la década del 70. Sin dudas, hacer una pausa, tomar un café y leer un libro en algunos de los bares que integran la selecta lista dan otro sabor al día y reconfirman la gran satisfacción de vivir en Buenos Aires.

 

Más información de visitas guiadas:
– Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires: (+54 11) 5030-9200 int. 2134 /
visitasguiadas_entur@buenosaires.gob.ar.
– Casa Rosada: www.visitas.casarosada.gob.ar
– Reserva ecológica: quienes deseen participar deberán inscribirse los lunes previos a la
visita, a partir de las 08:30 hs., enviando un correo electrónico a
visitasguiadas_recs@buenosaires.gob.ar. Los interesados podrán inscribir hasta
cuatro acompañantes.

 

 

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