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Muchos escuchan sus audios todas las mañanas con las meditaciones del evangelio del día, hoy ponemos cara a quien está detrás de esa voz. Entrevistamos al Padre Rodrigo Aguilar de “Algo del Evangelio” y acá transcribimos toda la conversación. 

Ingeniero agrónomo y sacerdote, el Padre Rodrigo Aguilar es tucumano y la voz detrás de “Algo del Evangelio”, una herramienta que difunde de modo sencillo y accesible la Palabra de Dios. Desde hace 5 años comparte las meditaciones del evangelio del día en formato audio por whatsapp, y sus repercusiones se cuentan entre católicos, evangelistas y judíos en los cinco contenientes. Lo convocamos para charlar sobre su experiencia, las conversiones digitales que vio a lo largo de estos años, y sobre conceptos universales como la perseverancia, la tenacidad, la constancia, el silencio que nos lleva al encuentro con nosotros mismos. 

“No se me ocurrió a mi. En las cosas de la fe y de la espiritualidad, muchas veces Dios nos pide las cosas que menos pensamos y donde menos cómodos nos sentimos. Yo jamás imaginé esto”, nos cuenta el Padre Rodrigo al empezar la charla. Es que, según dice, siempre fue poco tecnológico, y hasta se negó a usar whatsapp por mucho tiempo. “No era lo mío”, respondía cada vez que un primo lo alentaba a que se decidiera a grabar sus meditaciones.

“Mi mayor miedo siempre fue predicar, por eso esto fue realmente un llamado; si era por mi, no lo hacía”. Pero en un viaje a Tierra Santa con su familia lo vio claro. “Estar en los lugares donde estuvo Jesús fue como un electroshock espiritual, y creo que ahí Dios me tocó”. Estando en la orilla del mar de Galilea leyendo la palabra de Dios, recibió una gracia muy grande, que no la pudo procesar en ese momento. Al volver, estaba rezando en su parroquia cuando sintió una voz distinta que lo cuestionaba diciéndole, “¿por qué tenés vergüenza a hablar de mi?”. “Me puse a llorar, sentí que era un llamado especial dentro de mi llamado. Al principio no me gustó, pero sabía que Dios quería esto para mi”. 

“Lo que transforma es la Palabra de Dios”

Al empezar esta misión se propuso tres cosas: leer la Palabra de Dios que es “lo que de verdad transforma”, mantener el anonimato, y no ser autorreferencial. Grabó el primer audio, y se lo mandó a su primo, quien lo había alentado desde el principio. “Tenés que ponerle más onda”, se acuerda que le dijo. Pero Rodrigo decidió que no, que lo haría a su manera, sin fingir ser alguien que no era. Así empezó y todos los domingos mandaba sus meditaciones a un grupo de conocidos. Al día siguiente del primer audio enviado a un pequeño grupo, se enteró que sus palabras habían llegado hasta Canadá, y le dio vértigo y más miedo, pero siguió. 

Llegó a tener una lista de 2500 personas que recibían el audio todas las mañanas. Y durante los siguientes seis meses se cuestionó si esto era lo que Dios realmente le pedía. “Cada vez que pensaba en no grabarlo, me llegaba algún mensaje donde me expresaban la alegría de recibir la Palabra de Dios y que no dejara nunca de hacerlo”. Y un día llegó un mensaje comunicándole la conversión de un chico. “Ahí me di cuenta que esto no lo había empezado yo, y yo tampoco lo podía terminar”.

Perseverancia, tenacidad, constancia

Si bien al principio, Rodrigo se sentía un tanto presionado, poco a poco fue incorporando esta tarea a su vida diaria. “Por la constancia salvarán sus vidas”, dice Jesús en el evangelio. Y la constancia está muy relacionada a la perseverancia. Como seres humanos, caemos inevitablemente en la rutina, pero es la constancia la que llena de vida nuestros días. Jesús habla mucho de esta virtud: “Permanezcan en mi amor”. Somos muy propensos al olvido. 

Silencio fecundo

San Juan de la Cruz decía que el silencio es música callada de Dios, su voz que sólo en el silencio la podemos escuchar. Bosco Gutiérrez Cortina encontró su fortaleza en la fe y en el silencio durante su encierro, por ejemplo. El silencio nos permite reconocernos a nosotros mismos, no estar volcados en el hacer, sino en nuestra propia esencia. “El hacer continuo muchas veces nos desconecta de nuestro ser más profundo. Tenemos que volver a nosotros mismos. Revisar qué cosas estamos haciendo y por qué las estamos haciendo. Y por eso la palabra soledad no tiene solamente un lado negativo. Hay que encontrar su lado fecundo”. 

“Aislarse es perderse de las compañías lindas de la vida. La soledad nos vuelve quejosos”, dice el Padre Rodrigo en una de sus meditaciones. Si nos quejamos es porque estamos desconectados con nosotros mismos. Jesús mismo buscaba la soledad para tener un diálogo profundo consigo mismo. 

La fe no es magia

Entre sus mensajes, el Padre repite constantemente que las cosas de la vida y del espíritu se aprenden de a poco. “Tendemos a buscar soluciones inmediatas, pero debemos ver las cosas como un proceso, tener paciencia, ser constantes y no abandonar cuando no vemos resultados inmediatos”. Este tiempo nos hizo más propensos a la ansiedad, a la inmediatez, a la exigencia y a la autoexigencia. 

La clave es no perder la memoria

“El tema de la memoria es muy bíblico. Muchos de los reproches de Dios al pueblo de Israel fueron por olvidarse de haber sido rescatados. Cuando Dios los libera, lo primero que hacen es quejarse por haber perdido las comodidades de la esclavitud”. Así somos los hombres muchas veces, nos olvidamos de todo lo bueno que nos fue dado y caemos en la queja constante. Cuando perdemos la memoria espiritual, nos creemos artífices de nuestra vida, y lo cierto es que podemos sacar muchísimo de los momentos más difíciles. El pueblo de Israel se vio colmado de bendiciones durante el exilio; Bosco creció espiritualmente en su momento más duro; en la Iglesia surgieron grandes santos de los tiempos más críticos y difíciles. 

La paz que viene de lo alto

“Yo doy la paz, no como la da el mundo”, dice Jesús. Muchas veces buscamos esa paz que es fruto del egoísmo y, por lo tanto, efímera. Pero hay una diferencia entre la paz y la comodidad. A la paz hay que buscarla, y trabajar por ella, implica sacrificio, y cuando ponemos amor en lo que hacemos, esa entrega trae paz. 

No estamos hechos para estar tristes

Sabemos que la tristeza nos hace mal, tengamos o no fe. La tristeza aísla, enferma, y aunque no podamos evitar pasar por ellas, sí podemos aprender a transitarlas. La mismaa viene de un bien perdido, tanto en el plano espiritual como en el material. Y si no la ubicamos en el lugar que le corresponde, nos trae ira, que a la vez nos hace permanecer en lo mismo, y así nos volvemos pesimistas. Santo Tomás da buenos consejos para combatirla: darse un buen baño, comer algo rico, escuchar música. Tratar de descubrir su raíz también nos ayudará.

¿Cuál es nuestro aporte?

Al final de sus meditaciones, el Padre Rodrigo siempre hace una invitación a dar un paso en nuestra vida espiritual. Y como resumen de sus consejos, nos llama a trabajar en cosas que no tengan fecha de vencimiento. Buscar lo que nos apasione y hacerlo con nuestro mayor esfuerzo, sin esperar el aplauso o el reconocimiento. 

“Si no amamos nuestra realidad vamos a vivir como personas tristes y quejosas”. Jesús vino a amar la realidad con todo lo que ella implica, eso no quiere decir que no haya que cambiarla y que no trabajemos en ellos, sino que para cambiarla primero debemos aceptarla y amarla. 

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Podés escuchar la entrevista completa desde acá:

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