Valentina Ramallo, más conocida como “Valu”, es una pastelera estrella, no solo en la cocina sino también, en las redes sociales. Todos los días deleita a más de 290 mil seguidores desde su cuenta de Instagram @valuramallo, con fotos y recetas que son un boom, y a cientos de clientes que cada mes disfrutan de sus delicias. Luego de haber recorrido un largo camino de trabajo, sacrificio y esfuerzo, hoy cuenta con dos locales: uno en San Isidro (Liniers 600) y otro en Belgrano (Echeverria 2845). Allí se consiguen tortas, alfajores, y manjares dulces de los más ricos y para todos los gustos.

Desde Tigris tuvimos el honor de compartir una tarde con ella en el local de San Isidro, donde se elaboran tantas de sus especialidades. Al llegar, enseguida uno siente el aroma a chocolate, dulce de leche, y a torta recién salida del horno. ¡Estar ahí es una perdición!

Ir a lo de Valu siempre es un buen plan. La generosidad y humildad con la que nos recibió es admirable. Nos dedicó un buen rato de su valioso tiempo y nos contó un poco sobre sus inicios, sus gustos y sus proyectos. Además, nos deleitó con un paso a paso imperdible para hacer alfajores de nuez y cacao. ¡Damos fe que son increíblemente ricos!

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Camino al éxito

Muchos se cuestionarán cómo llegó a ser una de las pasteleras más populares del momento. Le preguntamos cómo se inició en este camino, y esto fue lo que nos respondió: “El local tiene mi nombre porque todo empezó en mis redes sociales. Trabajaba en un restaurant, y así como la gente mostraba en Instagram un día típico en su oficina, yo subía fotos en mi trabajo. Por suerte el restaurant no tenía carta, sino un mostrador. Eso me permitía llevar ideas nuevas. Hablaba con mi jefa y le preguntaba: ‘¿Puedo cambiar este budín de naranja por uno de coco y dulce de leche?’ y mientras tanto, compartía en mis redes esas nuevas recetas. Con las fotos de los budines y alfajores fui sumando seguidores y mi Instagram empezó a crecer”.

El siguiente paso fue mostrar las recetas que hacía en su casa. Se le ocurrió empezar a subir ideas originales y fáciles para disfrutar después del asado del domingo. Así su cuenta fue tomando forma.

“Seguí trabajando en restaurantes. Me fui a La Rural porque necesitaba la experiencia de trabajar en una cocina grande y exigente. Hasta que un día Christian Petersen, que era mi jefe, me dijo: ‘Andate que acá más que esto no vas a poder hacer’”, nos cuenta Valu. Y en ese momento empezó a construir, de a pequeños pasos, su carrera como pastelera independiente.

Un aliado clave

Para ese entonces, su hermano, Licenciado en Administración de Empresas, empezó a ayudarla con el Excel y con varias cuestiones administrativas en paralelo a su trabajo. Cuando él mismo se dio cuenta de que este nuevo emprendimiento le estaba tomando mucho tiempo, los hermanos Ramallo decidieron asociarse y apostar a cumplir el sueño de tener un local propio. “Era un desafío buscar un lugar, comprar todo; los números para invertir eran una locura. Pero los dos confiamos en que lo podíamos hacer. Entonces alquilamos este hermoso espacio”, explica Valu. Y así fue como arrancaron, solos los dos. Su hermano en la computadora y ella en la cocina. “Fue muy largo el proceso de delegar. A mí me costó mucho confiar en que lo que yo hacía le iba a salir igual a alguien”, confiesa.  Pero al año siguiente contrataron a dos personas y después a otra. Se asociaron con caterings y habilitaron diferentes puntos de venta. “No sucedió todo de un día para el otro, sino que recién después de cuatro años logramos la empresa que queríamos tener”, expresa.

El proyecto “Valu Ramallo” llegó alto, muy alto. No solo por la profesionalidad y el amor con el que se cocina cada producto, sino también por la paciencia, esfuerzo y perseverancia con la que el equipo trabajó desde el inicio.

Con su amplia experiencia, y luego de haber recorrido un largo camino, Valu misma nos comparte la clave para lanzarse a nuevos desafíos: “A la hora de emprender los números asustan, pero se trata de trabajar. Si le vas a poner todo, va a funcionar. Nada se hace de un día para el otro. Nosotros trabajamos mucho. Todos los días al principio nos quedábamos cocinando hasta las 2 de la mañana. La realidad es que le pusimos todo: tiempo, amor y sacrificio”.

Entre alfajores de nuez, dulce de leche y coco, la emprendedora nos cuenta que además de cocinar, este último año descubrió que también le gusta escribir, hacer libros, viajar y probar distintos sabores. Afirma que, como proyecto a futuro, le gustaría recorrer distintos lugares y probar diferentes comidas para luego transmitir sus experiencias en las redes.

 

Contacto

Instagram: @valuramallo / @valuramallo_locales

Pedidos online: www.valuramallo.com / a través de Rappi

Libro: “Pastelería Imperfecta” (disponible en todas las librerías)