Le detectaron celiaquía, comprobó que comer sin gluten puede ser fácil y delicioso, y quiso ayudar a muchos otros. Creó una web y, con el nombre Smiley Belly en las redes sociales, amasó una comunidad de casi 90 mil seguidores en la que comparte recetas simples y ricas. 

Un diagnóstico de celiaquía fue el inicio de un gran sueño que no estaba ni siquiera en los planes de Belén Passerieu. Con el veredicto del médico hematólogo, su vida dio un giro de 180 grados y pudo ponerle punto final a cinco años muy duros de migrañas crónicas, muchos estudios y casi una biopsia de hígado. Todo tiene un porqué en la vida, y de a poco Belén fue encontrando el sentido, al que más tarde le pondría por nombre Smiley Belly.

A partir de un embarazo perdido, empezó a tomar conciencia de la gravedad de la contaminación cruzada en los alimentos. Para un celíaco, la dieta debe ser estricta siempre. No existen márgenes, ni grados, y por eso, aunque no se presenten síntomas, si no somos responsables con lo que comemos, el daño puede ser irreparable. Desde ese momento, empezó a ser ella quien preparaba todas las comidas y, al quedarse embarazada de Jacinta, extremó los cuidados y fue el comienzo de un camino que daría grandes frutos.

“Con mis recetas volví a comer pan, pizza, empanadas y tortas hechas por mis manos. Quise que esto se conociera para ayudar a los que, como yo, no encontraban recetas fáciles, ricas y sanas”, nos comparte Belén. Fue en ese momento cuando abrió su web y su IG.  

Cuando la base está firme

Siempre, desde que era chiquita, a Belén le gustó el mundo de la gastronomía. Pero, sin lugar a dudas, su gran inspiración fue su abuela Granny, escocesa y gran cocinera de la familia. Sin embargo, psicóloga de profesión, se considera una autodidacta, ya que todo lo que sabe lo aprendió por ensayo, prueba y error, contando con la perseverancia como gran aliada. 

“Smiley Belly”, así es como la llamaba su abuela y así fue como bautizó a este proyecto en honor a ella. “Era una persona muy solidaria, y siempre compartía, y ésta siempre fue la esencia de Smiley Belly. Un intento de reflejo de lo que ella fue para mí”.

Un sueño lejano que se volvió real

Cuando un emprendimiento toma vuelo y vida propia, deja de ser un hobbie para convertirse en un trabajo. Y para poder seguir apostando, hay que buscar las formas de innovar continuamente. Así fue como surgió la idea de armar un libro con todas sus recetas para compartir el espíritu de Smiley Belly. ¿El objetivo? Desterrar la idea de que cocinar sin gluten es difícil, insulso y poco atractivo.

Con recetas súper fáciles y muy ricas, con todos los secretos, descripciones y paso a paso, salió el libro después de un año de mucho trabajo. Ya llegó a muchas familias, de varios países y la devolución viene siendo espectacular. “La gente me envía mensajes diciendo lo fáciles que son las recetas, que no les fallan, que están felices con el libro. La verdad que recibir estos mensajes para mi es un montón, porque como todo emprendimiento, es una elección y un apostar al futuro”, resume. 

Y los mensajes la emocionan el doble porque el libro fue hecho enteramente por ella. Desde las recetas, hasta el foodstyle y las fotos, quiso plasmar su sello propio y mostrar el trabajo sin demasiado maquillaje. Sin duda, un gran desafío ya que además estaba embarazada de su segunda hija. 

El desafío de seguir en movimiento

Con la cuarentena, una chiquita de cuatro años y una beba de siete meses, todavía Belén encuentra espacios para cocinar y seguir creando nuevas recetas. Queco, su marido, siempre la alentó y le dio ese empuje para creer en ella misma y en que hay que confiar y trabajar por los sueños propios sin dar el brazo a torcer. 

Con varios proyectos bajo el brazo, se sigue formando con talleres y seminarios de Psicología y hasta tiene un boceto para un segundo libro de nuevas recetas. Por el momento, busca frenar y disfrutar del camino recorrido, buscándole la vuelta a esta nueva realidad.