Emilie y Sebastiana son el alma detrás de este espacio que busca recibir para compartir recetas, amistades, un brindis y largas charlas, con la cocina como protagonista. 

Sin soñarlo, masticarlo y anhelarlo tanto, el proyecto de Emi y Sebas nunca se hubiese concretado. Tuvieron que encontrarse separadas, océano de por medio, vivir diferentes experiencias gastronómicas y moldear su proyecto a la distancia para que Plan Cocina se convirtiera en realidad. De esto hace ya dos años, y los frutos ya están a la vista.

Antes de ser socias, Emilie y Sebastiana eran amigas. Y desde hace mucho tiempo, la cocina y todo lo que ocurre allí las atrapó. Emi vivió un tiempo en Londres, donde dio clases de gastronomía en su casa a un grupo de inglesas con las que compartía el colegio de sus hijas. Luego, se sumaron argentinas y españolas con ganas de aprender y esta pequeña comunidad se fue agrandando. Sebas, por su parte, ya estaba muy asentada en Zona Norte, con una trayectoria de doce años dando clases desde su casa, haciéndose un nombre y ganándose el corazón de muchas familias 

Aunque sin fecha confirmada, la vuelta de Emi a la Argentina estaba decidida, y en ese contexto se animaron a avanzar. Alquilaron un local, lo transformaron en una cocina bien amplia y Sebas puso manos a la obra. Con la ayuda de Sylvie Loitegui, amiga y gran arquitecta, le imprimieron su sello hasta convertirlo en su segundo hogar y el principio de tantas alegrías. Fotos de los pisos, de las lámparas, de avances y detalles de la remodelación cruzaban el Atlántico para llenar este proyecto de emoción, de nervios y de un poco de ansiedad. Del otro lado, en el viejo continente, Emi cargaba el container rumbo a Buenos Aires con tesoros para vestir el nuevo local. Las piezas iban encajando una a una y Plan Cocina abría sus puertas.

Catarata de propuestas

El abanico de servicios es amplio y para todos los gustos. Clases fijas, demostrativas, para chicos y para adultos; clases especiales y participativas para parejas, con chefs invitados, festejos de cumpleaños y team buildings para empresas. Los eventos empiezan casi siempre con caras de “¿a dónde me trajeron?”. Y las chicas sonríen porque saben que es un común denominador, sobre todo entre hombres, que en un primer momento se sienten desconcertados y no entienden qué hacen allí. Pero en cuanto se ponen el delantal y ojean las recetas con una copa de vino en mano, todo cambia y el resultado es espectacular. 

Con ingredientes sobre la mesa y algo para picar, de Plan Cocina surgieron grandes amistades que perduran con los años. Mujeres que quisieron incursionar en la cocina, y otras a las que les encantó cocinar y buscaban nuevas ideas y un espacio donde compartir esa pasión son las clientas habituales. Pero también se sumaron las clases para chicos, encuentros llenos de energía y alegría por llevar a casa alguna delicia para compartir en familia.

Un team building diferente

Una gran opción para salir de la oficina y encontrarse con el equipo en un contexto totalmente diferente. El team building surgió de manera espontánea y hoy es un éxito. “Al principio, llegan bastante contracturados, pero a partir del momento en que empiezan a cocinar, todo fluye de una manera que ni ellos lo pueden creer. Salen buenísimos”, nos cuenta Sebasti. Además, se ofrece la opción de sumar al evento a un equipo de coaches especializados que van monitoreando la actividad a través de juegos o lo que pida el cliente para completar el encuentro.

Viajes gastronómicos y una vuelta a los orígenes

La madre de Emi es francesa, y al terminar la facultad se fue a vivir a París para empezar una carrera en el exterior. Madrid y Londres le siguieron en el itinerario. Tres ciudades, tres hijas y una cultura gastronómica muy fuerte delinearon un camino con el centro puesto en la cocina. Viviendo allí, fue Sebas de visita a Londres y aprovecharon para recorrer la ciudad de punta a punta: entrar a los mercados, probar cosas nuevas, hacer algún curso de cocina juntas. ¡Un recorrido mágico!

“Tanto nos gustaba Londres a ambas, que empezamos a barajar la idea de llevar a nuestras alumnas. Y lo que parecía un sueño se hizo realidad muy rápido y salió increíble. Nueve días recorriendo la ciudad con un grupo de alumnas: barrios, mercados, restaurantes, clases de cocina… ¡Hasta nos fuimos a los montes Cotswolds a visitar una granja orgánica e hicimos una clase ahí!”, nos cuentan las chicas. Y sí, su emprendimiento tomó un vuelo increíble que ni ellas lo pueden creer.

Apoyo incondicional

Marcos y Fede, los compañeros de ruta de estas emprendedoras, fueron piezas claves en la vida de este proyecto. Desde el primer instante, creyeron en ellas y las empujaron a ir por más, sabiendo que sería un camino lento pero que estaban en el acertado. “Nada de esto hubiera sido posible sin su apoyo. Gracias también a nuestros hijos que son una gran parte de este plan. Crecieron entre todas nuestras corridas, pero a la vez con nuestro entusiasmo, y sabemos que eso es lo mejor que les estamos dejando”, concluyen. 

Por delante, siempre nuevos desafíos: impulsar el desarrollo de eventos corporativos, implementar una estrategia ambiciosa de marketing digital, ofrecer menúes semanales y personalizados para familias.  ¡Lo mejor está por venir!