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Texto: Lucía Oliverio – @luchi.oliverio – www.luciaoliverio.com 

De las limitaciones pueden salir grandes cosas positivas que no imaginábamos. Siempre podemos elegir si queremos ser protagonistas. En esta nota, recorremos los legados de cuatro personajes únicos que, cuando se vieron llenos de obstáculos, miraron hacia adelante con amor y desplegaron capacidades que no conocían. Desde el encierro y cuando todo parecía imposible, ellos trascendieron con gritos de libertad. 

¿Qué pueden tener en común grandes figuras de este siglo y del anterior que siempre nos inspiraron? Tuvieron pozos, valles y picos, pero nunca perdieron el foco, la gratitud ni la esperanza. Y, sobre todo, transmitieron un mensaje potente y amoroso que vive hoy en día. Además de inspirarnos con su legado, hoy queremos que nos ayuden a poder mirarnos. No para compararnos, de ninguna manera, sino para encontrar puntos en común. Porque todos, en nuestras circunstancias y con nuestras cuestas, siempre podemos elegir de qué forma caminamos.

Ana Frank 

La formación final del carácter de una persona reside en sus propias manos.

Esta niña encerrada con su familia en un altillo de Amsterdam, sin saberlo, bajó al papel de manera íntima un montón de ideas, sensaciones y sueños que, después de la Segunda Guerra Mundial, todo el mundo llegó a conocer. Ella encontró en la escritura una manera de escapar de la oscuridad: “cuando escribo, puedo deshacerme de todos mis problemas”. Y al transformar esa reacción en costumbre, pudo dar dirección y sentido a emociones que le hubiera sido imposible manejar. Llenó sus páginas de contenido realista, optimista y natural.

Su diario se tradujo a más de 70 idiomas y es un emblema de la vida puertas adentro en tiempos de adversidad. Ana, escondida, con miedo e incertidumbre, fue además una precursora de los derechos humanos y de la mujer. Con solo 13 años, en hojas mínimas y con letra apretada, empezó a hacerse preguntas sobre las injusticias del mundo y los roles heredados, que al día de hoy tienen más vigencia que nunca. Su historia emociona porque ella jamás llegó a dimensionar el enorme peso de sus palabras. Cuando tenía todo para odiar y llorar, eligió creer y amar.

Nelson Mandela

Un hombre que le arrebata la libertad a otro es un prisionero del odio, está encerrado tras los barrotes del prejuicio y de la estrechez mental

Pensar en Mandela nos hace sentir ínfimos. Los más de 27 años que pasó en prisión continuaron con una lucha hasta el final de sus días. El encierro fue seguido de la mayor de las responsabilidades, la razón de su vida: terminar con la injusticia y la desigualdad de años rechazando la violencia y venerando la paz. Y su carácter verdadero se vio al salir de prisión, cuando se convirtió en el primer presidente negro elegido en su país. Nelson Mandela, pudiendo vengarse de quienes lo habían encarcelado, formó un equipo sólido y fraterno para sacar adelante a su pueblo por el camino del amor y el perdón. Por eso su ejemplo es tan inmenso: fue humano hasta el final, aun cuando hubiera padecido los más inhumanos de los tratos. Su legado de libertad y superación personal sigue vigente años después de su muerte. 

¿Qué valores motivaron a Mandela a buscar siempre la paz, haciendo la paz? Aún dolido, humillado y desesperanzado, la clave se ve y se siente en una de sus más famosas frases: “Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces él se vuelve tu compañero”.

Bosco Gutiérrez Cortina 

No tenemos la posibilidad de alargar la vida pero sí de ensancharla

257 días de encierro, maniobrando un tendal de emociones, terminaron con un final milagroso. Y todo esto dejó la moraleja más impensada: como en el encierro uno es capaz de encontrarse a sí mismo. 

Bosco, arquitecto mexicano que vive en DF, fue secuestrado en mayo de 1990 y permaneció aislado casi nueve meses. El esquema de ejercicio mental, físico y espiritual que diseñó en su celda mínima hizo que se mantuviera enfocado. La fe en Dios y el concepto de equipo que generó con la extensa familia que lo esperaba afuera, hicieron el resto. Bosco es un ejemplo muy actual de humanidad, porque sintió de todo. Pero cuando estuvo a punto de rendirse no sólo encontró objetivos para seguir, sino que se ocupó de encontrar fuerzas en donde parecían estar extinguidas. Y logró convertir su secuestro en la experiencia más valiosa de su vida, y en un patrimonio para toda su familia. Nadie salió igual de esos días difíciles porque lo enfrentaron todos juntos.

En este tiempo particular que vivimos, nos deja esta profundísima reflexión: “Hoy Dios nos paró el mundo para que aprovechemos a profundizar en nuestra vida interior. Es un espacio de reflexión importantísimo en nuestras vidas, una magnífica oportunidad para vivir con más intensidad”.   

Immaculeé Ilibagiza

Profundamente en mi corazón, yo quería vivir

1994, Ruanda, inicio del genocidio más sangriento de su historia. Immaculeé, como el resto de la etnia tutsi, fue perseguida por el grupo hutu. La grieta política y social generó una persecución durísima y todos se olvidaron de cómo era vivir en paz, hermanados en las diferencias. 1 millón de personas fueron asesinadas. Immaculeé estuvo encerrada junto con otras seis mujeres en un baño durante tres meses. Al salir, toda su familia, su casa y su historia ya no existían. Sólo quedaron ella y su hermano. Se convirtió en ingeniera electrónica, se radicó en los Estados Unidos y formó su familia. Hoy es conferencista y aboga por la paz. En su libro “Sobrevivir para contarlo”, cuenta las lecciones que aprendió y desarrolla la más importante, que se convirtió en la base del resto de su vida: la potencia del amor y del perdón para aplicarlo cada día con los demás. 

Sus palabras, alguna vez llenas de dolor, hoy son carne por el poder perdón y la capacidad de seguir su corazón. En los días que pasó con miedo, morir no era opción porque se apoyaba en Dios y en la fuerza de sus ganas de vivir. Con el tiempo entendió la diferencia entre sobrevivir y salvarse: lo primero es seguir con vida, con amargura y odio. Ella siente que fue salvada porque además de no haber muerto, puede seguir eligiendo el amor y la plenitud verdadera. Su auténtica liberación fue poder superar la sed de venganza.

Encierro, emociones y pasos positivos

Estas figuras lograron superar el miedo, mirar hacia adelante y elegir actuar a partir del amor. ¿Qué hilo une sus historias, bien distintas entre sí?

Mária Berardi es coach ontológico, experta en procesos de desarraigo. Hablamos con ella para entender mejor qué puede llegar a pasar cuando nos vemos extraídos de nuestro metro cuadrado. Y empezamos con la importancia de poder reconocer y gestionar emociones. Inicialmente, la más primaria: el miedo, que tiene que ver con la carencia. Cuando sentimos miedo, el cuerpo se prepara para defenderse y se debilita. Si sabemos gestionarlo, nos podemos proteger. Si continuamos como estábamos, se transforma en pánico y nos paraliza. Por eso es tan importante poder reconocer y desarrollar una actitud positiva ante las situaciones que nos desafían.

¿Y cómo podemos generar cosas nuevas cuando no elegimos las circunstancias? Enfocándonos en cómo encararlas. Lo desconocido nos conecta con nuestra creatividad y nos hace revisar el camino recorrido. Pero depende 100% de la actitud que decidamos adoptar, porque nadie sana siendo la misma persona. Además, ninguna transformación es lineal ni pareja. “Cada uno tiene sus procesos y su “noche oscura”. Ver todo negro es parte del crecimiento para poder ver la luz. Estas personas también tuvieron sus ciclos”. La clave para mirarnos con amor y proyectar hacia adelante es aceptar los pasos que sí podemos dar y agradecerlos. En ese camino hay mucho aprendizaje, aunque sea sinuoso.

Lograr conectarse con el presente ayuda al equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu y conduce a una paz interior que nos eleva, a pesar de lo que suceda afuera. “Todas estas personas tenían libertad interior y la ejercitaron. Había rutinas, foco. Eso contribuye a sentirnos dueños de nosotros mismos y de nuestros destinos.” En cualquier caso, siempre es fundamental hacer verbo lo que estamos sintiendo. Lo que decimos se materializa, permite ordenar y “bajar” nuestras emociones. Todas estas figuras así lo hicieron, antes o después. Ellos documentaron su encierro o procesaron sus vivencias más tarde, pero la palabra ayuda a sanar y en ningún caso fue la excepción.

Mirar adentro para proyectar hacia adelante

De verdad es inmenso lo que somos capaces de hacer cuando nos encontramos desafiados. Todos podemos crear algo nuevo a partir de la incomodidad. Ojalá que estos grandes ejemplos nos toquen alguna fibra en ese sentido. Se trata de reconocerlos humanos y de sabernos capaces de ser héroes en las cosas de cada día.

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