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No sólo transmite por las redes sus tips y consejos sobre una alimentación saludable y sustentable, también sueña con cambiar paradigmas y hábitos en sectores vulnerables, y ayudar con su aporte a la educación en el buen comer. 

En Tigris, a Laura Di Cola la conocemos hace ya un par de años. Desde siempre, su línea de productos naturales nos invitó a repensar la forma en la que nos alimentamos y a difundir su gastronomía consciente, que no es otra cosa que volver a dedicarle tiempo y amor a la cocina. Sus dos abuelas italianas le inculcaron la pasión por los frutos que nos da la tierra y, en una cruzada por evitar el descarte y aprovechar el alimento de punta a punta, insiste en la versatilidad de platos que se pueden hacer con una misma fruta o verdura. 

Hoy nos vuelve a dar una mano, en conjunto con la nutricionista Valeria Trujillo, y se pone al servicio del departamento de Desarrollo Comunitario de Eidico. Su propuesta de menú para alimentar a una familia tipo de un barrio vulnerable durante una semana, se adaptó para el armado de una caja de alimentos para el proyecto “Mesa solidaria”, en el que vecinos de varios proyectos de Eidico se unen para brindar una ayuda a los más necesitados en este contexto. Familias alimentando familias, ese es el objetivo. Las prioridades fueron el bajo costo, la garantía de encontrar todos los productos en los supermercados de cada zona y un especial cuidado en lograr que la comida del mediodía sea más contundente, y la de la noche más liviana. 

Despertar conciencia

Desde chica, soñaba con alimentar a muchos desde su cocina. De a poco, se fue abriendo paso en varias comunidades para enseñar todo lo que había aprendido en sus años de formación gastronómica. Con talleres a madres de muy bajos recursos, en barrios donde ni siquiera llegaba el agua potable, su primera misión fue en el año 2009, en el barrio El Arco  en Benavídez. El objetivo primordial fue enseñar cómo obtener agua limpia para cocinar pan casero sobre la hornalla, ya que la mayoría no contaba con horno. Empezar a “derribar muros”, como ella dice, se hace con estas pequeñas grandes cosas que logran achicar, aunque sea un poco, esa brecha social que tanto duele. 

Los talleres se fueron multiplicando: panadería, huerta, conservas. Lo fundamental es transmitir que es posible una alimentación saludable a bajo costo, y que tanto las verduras como las frutas se pueden cultivar fácilmente en casa con pequeños tips. Que el aporte de fibras es importante, que el consumo de azúcar debe disminuir, que las proteínas vegetales aportan los nutrientes necesarios para una buena dieta. Educar en el buen comer fue siempre la gran meta. 

Además, en este camino también se preocupó por otra educación, la del respeto de los horarios, la del balance en las comidas incluyendo proteínas magras, grasas saludables, vitaminas y minerales, la de la buena hidratación y el bajo consumo de alcohol. Porque para lograr grandes cambios se necesita llegar a las bases.

De la huerta a tu mesa

En este concepto se enmarca la cocina de Laura: natural, sustentable y con poco descarte. Referente en la promoción de la alimentación a base de legumbres, hortalizas caseras y frutas que permitan bajar la ingesta de azúcar, está convencida de que la naturaleza es la que manda y hace falta respetarla más. 

Por eso, aprender cuáles son los alimentos de temporada, nos permitirá estar en consonancia con los cultivos de estación y empezar a educar en un consumo responsable: tomates, albahacas, acelgas, papas y frutos de carozo en verano; zapallos, calabazas, pimientos, coles y cítricos en otoño; hojas verdes y leguminosas en invierno; y arvejas, habas, chauchas, repollos en primavera. 

De la huerta a nuestra mesa es posible. “Sólo hace falta empezar, decidirse, organizarse, poner manos a la obra y creer firmemente que se puede”, termina diciendo Laura. El cambio empieza por casa siempre.

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