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En pleno debate sobre la despenalización del aborto, este libro ofrece un panorama completo frente a las consecuencias que acarrea la defensa o no de la vida.

Texto: María Ducós

“Si rápidamente quieres saber si este libro está a favor o en contra del aborto, te lo decimos enseguida: está a favor de la mujer”. Así comienza el prólogo del libro Ser mujer. Aborto: saber y decidir escrito por Lucila Dondo y Carolina De la Fuente. Con la certeza de que nadie puede tomar una decisión importante sin tener toda la información al alcance, estas páginas se proponen brindar herramientas que ayuden a la mujer a decidir sobre su salud física, psicológica y emocional.

Si bien la democratización de la información nos otorga poder para explorar y sacar conclusiones de casi cualquier tema, en ciertos casos la marabunta de datos nos puede marear y confundir. Este libro reúne testimonios de mujeres que pasaron por todos los estados durante un embarazo no deseado: avanzar, tener ese hijo y criarlo, avanzar, tener ese hijo y darlo en adopción o abortar. En los tres escenarios, el embarazo no fue ni buscado ni querido y estas mujeres salieron en busca de ayuda en medio de la desesperación. El foco de este libro, entonces, se centra en algo muy puntual: la salud y el bienestar de la mujer.

Aseguran que ninguna mujer quiere abortar, sino que las circunstancias la llevan a esa elección como única salida y que, sólo acompañándolas, escuchándolas y comprendiéndolas se las podrá ayudar. La decisión sobre qué hacer frente a esta situación la tomará cada una de ellas, pero para eso es necesario y fundamental formar un criterio que haga que su elección sea libre y consciente.

“Aunque tu vida es única y no cabe en ninguna estadística, los testimonios de muchas otras (mujeres) te servirán para identificarte, comprenderte o bien para entender a (otra) mujer que se siente confundida frente a un embarazo”, sigue diciendo el prólogo. Los casos que se recogen son de un abanico muy amplio que buscan acompañar a la mujer que sufre, tiene miedo, vergüenza o desconocimiento.

Embarazo fuera de los planes ¿qué hacer?

El corazón empieza a latir más fuerte, la angustia sube por la garganta y el futuro se pinta de incertidumbre, inseguridad y miedos. Se confirma un embarazo que no fue ni remotamente buscado, que viene en circunstancias adversas o que la sociedad no lo aceptaría, y lo único que sobrevuela por la cabeza es volver el tiempo atrás para revertir esta situación.

Es posible que la historia sea aún más extrema y que el embarazo sea fruto de una violación, de un incesto o que la madre tenga un problema de salud que pueda agravarse en este estado. Bajo estas circunstancias y cegada por el peso del panorama, la mujer activa un mecanismo para deshumanizar a ese hijo, verlo como un atraso menstrual y terminar, con un aborto, con la vergüenza y la humillación.

Pero lo cierto es que la ciencia dice con fundamentos que desde el momento en que un óvulo y un espermatozoide se unen empieza una nueva vida dentro del cuerpo de la mujer. Desde ese preciso instante, la madre y el hijo comienzan un vínculo que nadie podrá destruir. Puede ser alegre o angustiante, percibido o no percibido, pero parte de ese lazo no se romperá jamás.

Las consecuencias de continuar con el embarazo o de destruirlo con un aborto natural o provocado marcará a la mujer para siempre. Cuando se decide continuar con el embarazo, sea deseado o no, se evalúan dos opciones: criarlo o darlo en adopción.

La experiencia demuestra que, aun cuando el embarazo haya sido un baldazo de agua fría, las mujeres que deciden continuar gestándolo durante nueve meses, en su gran mayoría terminan siendo capaces de criar a ese hijo. Y si así no fuera, la decisión de darlo en adopción ya no se concibe con el mismo sentimiento de culpa de antes porque la madre puede ver en esa criatura un ser necesitado de otros para seguir creciendo y estaría dispuesta a entregarlo en adopción si no pudiera hacerse cargo.

Aborto provocado: consecuencias

Está comprobado que el aborto no es gratuito. La mujer que pasa por este flagelo no queda igual y jamás será la misma. Por empezar, las consecuencias son físicas. La aniquilación de un proceso natural, como es el embarazo, desequilibra el cuerpo completamente. Hemorragias, infecciones, perforación del útero, esterilidad, embarazos extrauterinos, partos prematuros por apertura permanente del cuello uterino son sólo algunos de los trastornos que pueden suceder después de practicarse un aborto.

“Es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su mente y de su corazón” decía John Willke, obstetra estadounidense y activista antiabortista. Las mujeres que llegan a tomar esta decisión, en general, se corresponden con mujeres que vivieron un gran déficit de afecto en sus infancias, que sufrieron historias de maltrato que socavaron su autoestima y que, además, en un intento de encontrarle algún tipo de lógica a su decisión y aplacar la culpa, deshumanizaron a quien llevan dentro.

¿Cómo ayudar?

El aborto genera un impacto que se convierte en la primera causa de todos los conflictos dentro de una familia. Su duelo es particularmente difícil, ¿cómo llorar a un bebé que la madre nunca vio, ni tocó, ni enterró? Para esa mujer aquello que abortó es “algo” y no “alguien”. La culpa, además, conlleva a que tenga comportamientos autodestructivos y es frecuente que las mujeres que abortaron caigan luego en la droga, en el alcohol, en la promiscuidad, en otros abortos o hasta lleguen al suicidio.

Cuando estamos frente a una madre que decide renunciar a su embarazo, estamos presenciando uno de los dolores más grandes que se puede sufrir. Sea consciente o no, el desgarro que se produce en el interior de esa mujer es de una hondura tremenda. Si conocés a alguien que haya pasado por este trance, el consejo es que se la oriente para que pida ayuda a un profesional bien preparado, que se la incentive para iniciar un camino de sensación emocional y espiritual que le permita vivir su vida con mayor plenitud.

Cualquier comentario, pregunta o experiencia que quieras compartir con las autoras podés hacerlo a la siguiente dirección de correo electrónico: sermujer@live.com.ar.

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